Furi


Cuando Emeric Thoa soñaba con su juego ideal, soñaba con Furi. Por las mañanas, tras fichar a la entrada de las oficinas de Ubisoft en Montpellier, ayudaba a sacar adelante AAA fotorrealistas de ambiente militar; por las noches, fuera del trabajo, confesaba en privado su deseo de crear un juego propio, uno que iba poco a poco tomando forma en su cabeza y que consistiría en “un duelo tenso, agotador y muy gratificante” contra un único final boss. Este hack & slash (aunque es tan hack & slash como Punch-Out!! un simulador de boxeo) es, por tanto, el resultado de rascarse un escozor de años. Un título que bajo su aspecto de lanzamiento menor, casi como invitado inesperado con el que rellenar el catálogo de verano de PlayStation Plus, esconde un juego más ambicioso y refinado del que se podría adivinar a primera vista.

Una decena de combates singulares precedidos por una larga caminata forman la estructura de Furi. Los paseos sin acción entre las arenas de lucha hacen de contrapunto a los latigazos de energía de unos duelos coreografiados con precisión matemática, donde reconocer, memorizar y reaccionar ante las ingeniosas rutinas de ataque de los enemigos es la clave para superar (y disfrutar) una experiencia, a ratos, más próxima al baile de salón que al videojuego de acción. Tu pareja de baile hace un movimiento y tú lo contestas con el movimiento contrario. Repetir hasta que deje de sonar la música (de Carpenter Brut; eléctrica, como un caricia con taser en la parte baja de la espalda). Empezar de nuevo con un bailarín distinto.Y ya está. Furi está increíblemente comprometido con un planteamiento inicial muy poderoso y nunca desvía el camino. Avanza con regularidad de metrónomo dejando su andamiaje, todos los elementos y mecánicas que los sostienen, al aire, a plena vista porque sabe que ha alcanzado algo así como una armonía formal que es digna de mostrarse.

El título de The Game Bakers facilita (y exige) que nos concentremos en la acción con cierta intensidad. Furi es un juego que se juega de pie. O sentado al filo del sofá si por las venas nos corre horchata en lugar de sangre. Es muy complicado superar incluso los primeros combates y, por su duración, pueden llegar a agotar hasta al más experimentado. Intuyo que apagar la consola de puro agotamiento debe ser habitual en la partida de casi todos los jugadores y eso me parece bien. Los combates de Furi continúan incluso después de haber apagado la consola. Descubrirte pensando en rutinas y permutaciones de ataques es parte de la experiencia, ya que los combates son, en gran medida, contigo mismo, como bien se puede leer entre las líneas de muchos de los diálogos de The Voice, un humano disfrazado de conejo que hace las funciones de Virgilio dentro del mundo de Furi.

Este esfuerzo mental y de coordinación mano/ojo lo situará lejos del jugador casual, pero no se puede decir que Furi no haga esfuerzos por ayudarnos todo lo posible. Es difícil, pero sabe ser difícil sin que nos enfademos con él, porque salta a la vista que no puede ser de otra forma, que cada pieza tiene su porqué en el gran cuadro. Y es un cuadro hermoso. Tal vez por esto mismo, por ser una maquinaria de precisión tan medida, sus escasas rugosidades saltan más a la vista, y cosas que en cualquier otro juego no supondrían grandes inconvenientes, aquí molestan más de lo deseable: combinar el movimiento de dash con el disparo de as pistola no está del todo afinado, haciendo que perdamos un poco ese estado de comunión con el mando y teniendo que ser conscientes unos milisegundos de nuestros dedos moviéndose sobre botones y sticks; y, ay, ese último golpe sobre el enemigo que la máquina nos roba, asestándolo por nosotros en una cinemática.

Si en su arquitectura, Furi muestra un gusto por la contención y por el diseño sustractivo -donde todo lo que no es esencial, resta-, su despliegue audiovisual es pura euforia. Takashi Okazaki diseña estampas de una prisión futuristas a medio camino de su Afro Samurai con las páginas de Metal Hurland y los neones de Tron. Ornamento sin delito porque, de nuevo, el juego funciona gracias a la tensión generada al contraponer contrarios. La transparencia de sus mecánicas y dinámicas logran encajar elegantemente con la sobrecarga de estímulos audiovisuales en una experiencia estética unitaria, con pocas aristas (que no ninguna) sin pulir.



FURI
Año: 2016
Desarrollado por: The Game Bakers
Jugado en: PlayStation4
Origen: Francia
Género: Shoot'em Up / Hack 'n Slash / Boss Rush

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